sábado, 8 de julio de 2017


PERÓN, EL PRIMER SIONISTA


Por Cristián Rodrigo Iturralde

     Qué Perón favoreció al sionismo es ya inobjetable. Qué no encontraremos en la historia argentina un primer mandatario que haya apoyado con tanta vehemencia su causa y realizado tantas concesiones al colectivo hebreo argentino, es difícilmente cuestionable. Que las principales autoridades judías y sionistas, tanto locales como mundiales –tan poco prestas a realizar, oficialmente o no, reconocimientos positivos a funcionarios y políticos-, hayan sacralizado a Perón respalda estas conclusiones.
Los casi nulos porcentajes de -lo que usualmente se da en llamar- ¨antisemitismo¨ registrados durante la regencia peronista ofrecen una buena muestra del especial cuidado con que Perón acogió a ese colectivo y, por extensión, al sionismo. 
     Si Perón fue o no conscientemente un agente del sionismo, no podemos saberlo. Pero fuera de toda duda se comportó como tal. Sólo con el sionismo y los hebreos conservó una relación perdurable y amistosa hasta el día de su muerte. Amistad que se tradujo en mucho más que gestos esporádicos y simbólicos, como hemos ya referido largamente: su incondicional y concreto apoyo político, económico y moral hacia Israel fue muy claro. 
     En la ONU, por ejemplo, a través del canciller Atilio Bramuglia y de su representante ante el organismo internacional, Enrique Corominas, Perón no solo colabora para la creación del estado de Israel, sino que influye en varias otras delegaciones nacionales para que se apoye (mediante abstenciones o votos positivos) la partición de Palestina. Israel Jabbaz, diplomático judío-argentino que formó parte de aquella delegación argentina, reconoce sin tapujos lo siguiente: ¨Corominas ponía a altas figuras de la Agencia Judía y en especial al doctor Moisés Tov al tanto de las conversaciones privadas que mantenía con otros delegados, y en las sesiones secretas a las cuales asistían los delegados de la Liga Árabe, pero no los de la Agencia Judía, y le aconsejaba qué camino más corto convenía tomar, a qué delegado convenía influir y presionar, y a qué Cancillería Latinoamericana necesitaban contrarrestar la influencia cada vez más creciente de los Árabes que en conjunto sumaban once Estados¨. El resto es historia conocida: en 1948 Argentina apoyó el pedido israelí para ingresar en la ONU, y luego, nuevamente, en mayo de 1949. En febrero de 1949 se había reconocido de iure al Estado de Israel. Poco tiempo después Argentina abriría su legación en Tel Aviv; la primera representación diplomática latinoamericana. Tiempo después elevó tal legación al rango de embajada. Cabe destacar que el apoyo del peronismo hacia las pretensiones sionistas fue siempre y en todo momento muy claro. En 1946 John William Cooke –junto a otros diputados peronistas como Díaz de Vivar, Bustos Fierros y Eduardo L. Rumbo– hizo llegar a Perón una minuta donde pedía apoyar a Israel: ¨Anhelo de que el representante argentino ante la ONU sostenga la demanda histórica de los judíos de obtener su Hogar Nacional¨.