jueves, 5 de junio de 2014

Mentiras indigenistas sobre Ceferino Namuncurá 

Por Federico Gastón Addisi


La decisión de la Iglesia Católica, a través de Su Santidad Benedicto XVI de declarar  Beato a Ceferino Namuncurá, durante el pasado año, dividió a la comunidad aborigen respecto de la opinión que este suceso les merecía.
Mientras gran parte de los aborígenes sintieron una profunda alegría, hubo otro sector que levantó las peores falacias históricas para denostar tan santo y feliz episodio. Como muestra de este último grupo se puede mencionar al Sr. Jorge Nahuel, titular de la Dirección de Pueblos Originarios de la Secretaría de Ambiente de la Nación y responsable de la Coordinadora de Organizaciones Mapuches. El mismo expresó hirientes y falsos argumentos en contra de la beatificación, que nos dan lugar a refutar por su intermedio, las mentiras indigenistas sobre nuestro querido Ceferino Namuncurá, como así también, señalar verdades que por el contrario se ocultan.
Sobre el tema dijo el nombrado Nahuel: “Para nosotros es un acto de manipulación del Vaticano: toman una figura simbólica para propaganda con una cosmovisión totalmente distinta del pueblo mapuche”, y consideró que Ceferino “es un símbolo de una persona arrancada de su tierra y su familia por la Iglesia, que lo terminó llevando a Roma, pero murió a los 18 años de tuberculosis, una de las enfermedades contagiadas a los pueblos originarios por soldados y misioneros”.
Hasta aquí la falacia indigenista, ahora la verdad histórica.
Primeramente debemos señalar que las investigaciones y observaciones que la Iglesia ha efectuado sobre la vida y obra de  Ceferino, son de muchos años atrás (luego de años de investigaciones eclesiásticas, en 1972 el Papa Pablo VI dictó el decreto de Heroicidad de Virtudes y declaró Venerable a Ceferino) y recién después de 35 años, en 2007, el Papa Benedicto XVI declaró a Ceferino Namuncurá Beato. El sentido común lleva a la conclusión de que por la seriedad y el tiempo que llevó la “manipulada” beatificación esta no fue tal sino un verdadero acto de amor y reconocimiento de parte de la Iglesia para con uno de sus hijos. Y si lo expuesto no basta, cabría preguntarle a los indigenistas que hablan de “manipulación” ¿por qué la Iglesia no declaró Santo a Ceferino en lugar de la “menos marketinera” figura de Beato?
En segundo lugar, se dice que se eligió a un “figura con una cosmovisión totalmente distinta”. Esto tampoco es cierto porque gran parte del pueblo de Ceferino, al cruzar de Chile hacia la Argentina (hacia 1830), fue convirtiéndose a la fe católica. En especial, esta conversión tuvo lugar por la acción realizada por los salesianos en la región de Aluminé, donde hasta el mismísimo Jefe de la tribu, Manuel Namuncurá recibió la Confirmación y la Primera Comunión, y su tribu fue catequizada y bautizada. Monseñor Juan Cagliero refirió que en aquella jornada el cacique, con júbilo, iba diciendo: “yo muy contento, yo vivir cristiano, mi familia también, yo buen argentino, y mi gente queriendo ser cristianos todos; ahora poder morir feliz, morir ahora buen cristiano”. Años antes (exactamente el 24 de diciembre de 1888) el Padre Domingo Milanesio, misionero conocido como “el apóstol de los aborígenes”, había bautizado al hijo del cacique y de Rosario Burgos: Ceferino Namuncurá. Todo esto parece ser desconocido,  u omitido maliciosamente por los indigenistas que se empeñan en negar la cristianización y el mestizaje que sufrieron al mezclarse con “el hombre blanco”. Por supuesto no desconocemos  que debe haber un importante número de aborígenes que aún mantienen sus antiguas creencias religiosas, pero esto no autoriza a hablar de cosmovisiones totalmente opuestas en un lenguaje dialéctico donde se enfrenta al cristiano con el aborigen.
En tercera instancia, decir que Ceferino “es un símbolo de una persona arrancada de su tierra y su familia por la Iglesia” es una patraña digna de ignorantes. Es célebre, y se encuentra en todas las biografías sobre Ceferino la frase que este pronunciara a su padre teniendo sólo 11 años, pidiéndole que lo lleve a Buenos Aires a estudiar, porque —le dice— “quiero ser útil a los de mi raza”. Ante dicho pedido, el viejo cacique Namuncurá lleva a su hijo a la ciudad de Buenos Aires en donde a instancias del General Luis María Campos, ingresa en los Talleres Nacionales que la Marina tenía en Tigre. ¿Dónde esta el despojo de la Iglesia “arrancando de su tierra y su familia” a Ceferino? Esta vida no resultó del agrado de Ceferino quien pidió nuevamente a su padre que lo cambie de lugar, y es por intermedio de su padre que él ingresa en 1897 en el Colegio “Pío IX” del barrio de Almagro. En 1898, luego de prepararse a conciencia, Ceferino recibió la Primera Comunión en la Iglesia Parroquial de San Carlos, y un año después, la Confirmación. Su devoción por Nuestro Señor y por la Iglesia Católica era tan grande que su conducta era digna de ser imitada. Muestra de esto es la carta que a continuación reproducimos.
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¡ Viva Jesús, María y José!
Viedma, junio 23 de 1904.
R. P. Juan Beraldi, Pbro.
  
Cumplo con el deber de amor y gratitud que debo a V. R. por medio de esta humilde cartita.  Mañana es el día de su onomástico, día de su santo protector muy querido, San Juan Bautista.

Quisiera ser un gran orador para demostrarle mi mucho agradecimiento, pero no lo soy y aunque lo fuera no bastaría para cumplir y satisfacer todo entero su amor, benevolencia y cariño que hacia mi humilde y pobre persona tiene V. R. ¿Podré yo numerar los favores que día a día me hago deudor, especialmente los favores espirituales de vuestra Reverencia?
Ciertamente, que no, es imposible. Y ¿qué haré? ¿Le regalaré muchos dineros? No. ¿Muchas y grandes extensiones de campo? Tampoco. ¿Muchos animales de todas clases? Menos, porque ninguno de esos bienes poseo. Acudiré a Cosas Superiores. ¿Haré la Santa Comunión por vuestra Reverencia? Sí. ¿Muchas oraciones? Perfectamente.
Esto me contesta mi ángel Custodio. Y me sugiere que lo segundo le agrada mucho más a su reverencia que si le hubiera dado todos los primeros.
Reciba, amadísimo Padre, mis felicitaciones, muchas prosperidades y bendiciones del Todopoderoso y El se digne concederle muchos años de vida para bien de la humanidad.
Agradézcole de todo corazón por los preciosos regalitos de crucifijos, medallitas, estampitas y demás chiches que me dio a manos llenas en este corto tiempo que está en esta santa casa.
Preséntole al mismo tiempo los agradecimientos de mi pobre familia que habita en Junín de los Andes por los favores espirituales que V.R. dignóse hacerles en el año 1901 estando en Misión. Ruégole filialmente que no se olvide en sus fervorosas oraciones en modo especial en la Santa Misa.
A este su humilde hijo en Jesús y María.

Ceferino Namuncurá

N.B: - Pase muy buena fiesta.
¡¡¡ Viva San Juan Bosco!!!



*Artículo de Federico Gastón Addisi. Cfr. https://sites.google.com/site/federicoaddisi/articulos/hispanidad







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